Existe una práctica silenciosa y limitante en muchos entornos educativos: la estafa de enseñar solo aquello que se cree que los estudiantes pueden aprender, o peor aún, menos. Esta mentalidad, que nace de la comodidad o de la sobrecarga, opera bajo el falso pretexto de "reducir la frustración". Sin embargo, esta reducción de la vara es un límite artificial impuesto al potencial humano, privando a los estudiantes del verdadero desafío que estimula el crecimiento.
El problema se profundiza porque esta limitación a menudo se contagia al claustro. Los docentes también se encuentran inmersos en esa estafa cuando cesan en la exigencia constante de sí mismos en materia de aprendizaje. En estos tiempos tan vertiginosos, donde el conocimiento y las herramientas evolucionan a una velocidad sin precedentes, la estática profesional del profesor se convierte en un ancla que frena al sistema. Si el docente no está aprendiendo junto a sus estudiantes, explorando nuevas tecnologías, metodologías o áreas de conocimiento, su enseñanza inevitablemente se vuelve obsoleta y limita el horizonte de los estudiantes. El aprendizaje continuo debe ser la norma, no la excepción.
Frente a esta conformidad, el Modelo de Cambio Profundo (MCP) se erige como un sistema que no negocia la ambición en el aprendizaje. El MCP opera bajo el principio innegociable de exigir a los estudiantes alcanzar siempre un logro superior en sus aprendizajes. Este modelo no se contenta con la suficiencia ni con la simple adquisición de contenidos mínimos; demanda la demostración de competencias complejas a través de la creación de productos y proyectos significativos. La meta no es "aprobar", sino dominar y trascender el conocimiento aplicado.
El secreto para alcanzar estos objetivos de alto nivel reside en la revalorización del error. En el marco del MCP, el error es entendido como una manera indispensable de alcanzar los objetivos y un paso esencial en el proceso de iteración y mejora continua. Esta filosofía no solo aplica al estudiante, sino que valida la experimentación pedagógica del docente.El MCP genera un entorno de aprendizaje seguro donde el estudiante puede fallar, recibir retroalimentación específica y volver a intentarlo. Al mismo tiempo, el modelo exige que el docente esté dispuesto a probar nuevas estrategias, fallar, aprender del error y ajustar el camino. Es esta dinámica compartida de aprender y crecer juntos lo que impulsa tanto al estudiante como al profesor hacia el logro superior, transformando un fallo puntual en una ventaja competitiva para el aprendizaje futuro.
La estafa de enseñar menos se disuelve cuando la escuela asume su responsabilidad de maximizar el potencial de cada individuo, comenzando por sus propios profesionales. Al exigir logros ambiciosos y al mismo tiempo proveer una estructura de mentoría y apoyo continuo que valida el proceso del error para todos los actores, el MCP no solo forma a estudiantes con conocimientos profundos, sino con una mentalidad de crecimiento que prepara a toda la comunidad educativa para enfrentar y superar los desafíos complejos del mundo real. Exigir la excelencia, apoyados en la iteración, es la única forma de asegurar que la educación cumple su promesa de transformar vidas.