El modelo de cambio profundo, que busca transformar la educación para que sea más relevante y significativa para los estudiantes, no puede tener éxito sin la activa participación de las familias. Tradicionalmente, la escuela era vista como el único espacio de aprendizaje, y el rol de los padres se limitaba a asistir a reuniones y controlar las tareas. Sin embargo, en este nuevo paradigma, las familias se convierten en socios estratégicos, co-creadores del proceso educativo de sus hijos.El aprendizaje ya no se limita a las cuatro paredes del aula. Se extiende a la casa, al barrio y a la comunidad. La participación familiar no es solo un apoyo, es una extensión del entorno de aprendizaje. Cuando los padres comprenden y valoran el enfoque educativo, pueden reforzarlo en casa, fomentando la curiosidad, el pensamiento crítico y la autonomía.
La integración de las familias en el modelo de cambio profundo va más allá de un simple seguimiento académico. Se basa en una colaboración genuina y en el entendimiento de que el estudiante es el centro de un ecosistema de aprendizaje. A continuación, se detallan algunas claves para lograr este acompañamiento:
Cuando las familias se involucran activamente, se genera un círculo virtuoso. Los estudiantes se sienten más apoyados y motivados, lo que impacta directamente en su rendimiento académico y en su desarrollo personal. El entorno familiar se convierte en un espacio donde el aprendizaje se valora y se discute de forma natural.En última instancia, el éxito del modelo de cambio profundo depende de la suma de esfuerzos. La escuela aporta el marco pedagógico, los docentes guían el camino, pero es la familia quien nutre el espíritu de aprendizaje en el día a día, construyendo una base sólida para que el estudiante prospere en un mundo en constante evolución.